Chillida entabló amistad con el pintor francés a través de la galería Maeght. Braque y él trabajaban y exponían en la misma galería, y se tenían gran aprecio. De esta manera lo recordaba Chillida: “Braque era muy majo, muy sencillo, estupendo. El hecho de haberme cambiado una escultura mía cuando yo era un principiante, ya te indica cómo era Braque. Yo le quería regalar una escultura que le gustó, y él la quería comprar. Pero yo no aceptaba cobrarle. Para mí era una alegría poderle regalar una escultura mía que le había gustado. Se la dejé a Maeght: “Esto es para Braque”, y cuando volví al cabo de quince días me estaba esperando. Me dijeron que Braque me esperaba a las seis en el estudio. Fui allí y él mismo me abrió la puerta. Estaba todo contra la pared menos dos cuadritos, y él me dice ¿cuál de los dos es el tuyo? Yo lo entendí, claro, y le dije: “celui de droite”. Y resulta que estaba ya dedicado y todo. “Para Chillida con mi amistad”. Así era Braque, un hombre muy especial, muy introvertido en comparación con otros artistas, como Picasso por ejemplo. Los cuadros del estudio de Braque reposaban todos contra la pared. No los veía nadie hasta estar terminados. Era un hombre muy ordenado, muy serio, muy buena persona. Él me recomendó leer El zen en el arte del tiro con arco, de Eugen Herrigel.” En ese libro Chillida leyó “el deseo tuerce la flecha”, una frase que le marcó muchísimo. En él se dice que es necesario desprenderse de todo deseo para dar en la diana. De ese modo se enfrenta el artista a sus obras. Especialmente en esta dedicada a Braque. Mientras la trabajaba no sabía cómo iba a quedar, y de repente un día vio que estaba terminada. Si se observa con detenimiento en la parte inferior se reconoce la silueta de un pájaro. Cuando Chillida descubrió esa forma dio por concluida la obra. El cuadro que Braque le regaló tenía representado un pájaro, igual que el Yunque de Sueños que Chillida regaló al pintor francés recuerda a un pájaro en pleno vuelo.